Nacido: Del
profundo amor de Catalina Cavieres y Ernesto Jiménez.
Edad: Viviendo
cada día, los días que me queden por vivir
Estado Civil: Profundamente enamorado de esta vida
Profesión : Cabrochico( Pibe, Le Môme,
Botija, Pelusa, Cavillo, Mocoso...)
En el año 68, en este
camino de andar la vida, me descubrí
en los patios de tierra junto a la pre-cordillera de
Santiago cerca de canal
Las Perdices, en la escuela Experimental de Educación
Artística. Una campana de
bronce anunciaba el retorno a las aulas...infancia feliz,
llena de sueños… en
un país que soñaba y construía una vida mejor. Por
entonces, recuerdo haberme
construido un pequeño dragón de cartón piedra, para hacer
una función de
títeres en la escuela. Años después un golpe de estado
desmembro mi dulce
patria, mi país de cara al sol. Y de pronto, otros trenes,
nos llevaron más
allá de esa cordillera de los Andes, a esa tierra que fue
con el pasar del
tiempo la que forjo mi andar de lejos, mis nostalgias;
Argentina… Entre
desarraigos y amores adolescentes termine la secundaria,
con rumores de tangos
e iracundas rabias. Sin mucho preguntarme ingrese a la
Escuela Nacional de
Bellas Artes Manuel Belgrano donde obtuve el titulo de
“Maestro Nacional de
Dibujo”. Casi como un sino trágico, las clases se
iniciaron en marzo junto a
otra dictadura, y antes de terminar la escuela ya eran
treinta mil ausentes en
la patria nueva. Unos años después una guerra de Malvinas.
Bordeando los noventa y entrando en los ochenta al salir
de la sala “Margarita
Xirgu” tuve la oportunidad de asistir a un ensayo de
“Muerte Accidental de un
Anarquista” y sin darme ni cuenta al poco tiempo estaba
estudian teatro de la
improvisación… y del otro, un poco de danza (Graham) y un
par de cosas más.
Hoy ya de regreso o de viaje, de
aviones y no trenes, de distancias y de ausencias, de
nostalgias y presentes,
pasan mis días junto a mi cuarto que mira a la calle
frente al parque. Donde me
acompaño por casi 18 años, la Guachi, bella y dulce gata
agradecida de la vida.
Mi vieja
guitarra, un saxo, libros,
maquinas fotográficas, y proyectores de cine, una viola y
algunos otros
instrumentos, unos poemas que me secuestran las mañanas y
muchas plantas que
añoran el rocío de la Isla de Maipo que inundan mis
recuerdos de infancia … y
otras veces navego del otro lado del charco en alguna
casona bajo la primavera
normanda o junto a esos cielos infinitos de la bretagne...
Desde cabro chico creo que casi sin
darme cuenta, he practicado "el oficio de crear" con un
poco barro, o
cajas de cartón, hilos y alambres. Parafraseando a María
Elena Walsh; "Un
poco de copo de nieve, quizá una moneda de luna, botones
del traje del viento,
y mucho, muchísimo más"...